miércoles, 4 de abril de 2012

ENVEJECIENDO EN EL SUR

El envejecimiento es el gran reto de este siglo, se estima que en 50 años la población mundial mayor de 60 años se triplicará pasando de 600 millones a 2000 millones, pero no cabe la menor duda de que es una aspiración universal, y según la Organización Mundial de la Salud es un privilegio y un logro de la humanidad.
En Europa, los datos que nos aporta el Panorama de la Salud en 2010 de la OCDE, establece que para el 2030 la población de más de 64 años será de un 40%, mientras que en España el Instituto Nacional de Estadística estima que en 40 años, la población mayor de 64 años se duplique pasando a ser el 30% de la población. Todo esto conlleva a que la esperanza de vida haya aumentado desde 1980 en 6 años situándose en los 78 años y la píramide poblacional se esté invirtiendo ya que la población de 65 años supera a los de 15.
Además de aumentar la esperaza de vida, ha aumentado el deseo que ésta sea de mejor calidad, manteniendo una buena salud, funcionalidad e independencia.
Si bien la longevidad tiene un fuerte componente genético, un adecuado estilo de vida lo puede fácilmente alargar. Este adecuado estilo de vida debe estar sustentado en cuatro pilares, una adecuada nutrición, una actividad física apropiada, evitar los hábitos nocivos (tabaco, alcohol, falta de sueño, etc.) y sobre todo una “buena actitud ante la vida”.
De los diferentes factores que inciden en la longevidad, la nutrición y la dieta son de los que más nos afectan. A medida que nos hacemos mayores comemos menos, se reduce nuestro apetito (anorexia) y las enfermedades inciden negativamente en una buena nutrición. De hecho, si bien en los países en vía de desarrollo los problemas de nutrición inciden más en la infancia, en los países desarrollados la malnutrición, tanto por exceso como por defecto, se observa más en las personas mayores. Tanto en un caso como en el otro la dieta mediterránea, se adapta en muchos aspectos a estas necesidades, porque si bien es cierto que en la desnutrición se necesita hacer una adaptación de la dieta, la dieta mediterránea no deja de ser más una actitud ante la alimentación que una dieta en sí misma. La dieta mediterránea nos permite balancear los aportes energéticos, fundamental en la obesidad, y convenientemente suplementada es ideal para combatir la anorexia de los mayores, ya que el salir al mercado paseando al sol, cocinar lo que les gusta y variar la dieta saludablemente forma parte de la misma.
El hacer ejercicio físico, inclusive con pesas, en personas con 80 o 90 años, si se acompaña con una buena dieta es capaz de fortalecer los huesos y generar masa muscular de igual forma que en una persona más joven.
Es fundamental la motivación del mayor a la hora de proceder a su alimentación, y por ello se deben de proteger los sabores tradicionales y tener en cuenta otros aspectos como la presentación, la textura o el aroma que consiguen un mayor acercamiento a una dieta variada y saludable.
En definitiva en el mayor se deben de conjugar dos aspectos, el puramente nutricional y el gastronómico de tal forma que se consiga acercarlo al mercado y a la cocina.

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